
¿Alguna vez has tenido la fantasía de atar o ser atado? Al
estar atado, sientes una agradable sensación de vulnerabilidad, una situación
en la que tu amante puede hacerle cualquier cosa a tu cuerpo expuesto… Después
de la sesión descubrirás quizá la marca de una cuerda en tu muñeca, y será
imposible no volver a querer revivir toda esa excitación de nuevo.
Se conoce como bondage a cualquier práctica que implique
atar o inmovilizar, ya sea con cuerdas, cadenas, esposas… Sin embargo, el
bondage no es tan simple como atar a alguien a una cama. Tan sólo amarrar es
aburrido, la sensualidad la encontramos en el proceso.
Todo lo que implique inmovilizar a alguien puede llegar a
provocar reacciones muy intensas, es por ello que el bondage sea una de las
prácticas más extendidas en el BDSM. Existen infinidad de posibilidades, desde
las más suaves a las más estrictas. La forma más común consiste en inmovilizar
a una persona, atándola o restringiéndola a un objeto o uniendo sus
extremidades, aunque existen tantas variantes como seamos capaces de imaginar.
Ideando la sesión
Una vez tienes los objetos que vas a utilizar para
inmovilizar, tendrás que pensar cómo lo llevarás a cabo. Depende del tiempo que
vayas a inmovilizar a tu pareja, podrás elegir posturas más o menos exigentes.
La postura más común que nos llega a la mente es la que solemos encontrarnos en
películas de Hollywood, con las manos en el cabecero de la cama y las piernas
abiertas, pero las posibilidades y variantes son infinitas.
La privación de los sentidos.
«En lugar íntimo, tranquilo, un cuello desnudo que es
recorrido por una suave caricia que contrasta con un brusco giro: Una venda se
posa sobre los ojos y el mundo se vuelve más oscuro pero los corazones laten
acelerados. Los sonidos se vuelven más nítidos pero la sensación de indefensión
crece y crece. Las caricias continúan, ahora la misma caricia se siente más
intensa. Unas muñequeras recogen a la espalda las indefensas manos, un collar
se ciñe alrededor del desnudo cuello.
En ese momento todo se vuelve relativo ¿Dónde se producirá
el próximo contacto? ¿Será suave? ¿Será fuerte? Por si no fuera suficiente unos
tapones, suaves se acomodan en los oídos. La información se limita, ya no se
puede intuir donde se encuentra nada, llega la desorientación. Unas pinzas
regulables se apoyan sobre los desnudos pezones, las bragas dejan al descubierto
un culo vulnerable, que recibe, sin saber ni cuándo ni cómo ni la intensidad el
castigo de unos deliciosos azotes y tras la tortura y la incertidumbre… ¡NADA!
¿Dónde estoy?, ¿Qué está ocurriendo? Una rueda de wartenberg recorre ahora el
cuero que no puede más que rendirse y disfrutar del placer, hasta que
finalmente un vibrador vaginal comienza a hacer su trabajo… el resto queda al
servicio de la imaginación…»
Algunas posturas pueden llegar a ser muy incómodas o
dolorosas rápidamente. A no ser que sea eso lo que estés buscando provocar, ten
en cuenta que las posiciones en las que las manos que están por debajo de la
cintura se pueden mantener mucho más tiempo.
Depende de la flexibilidad de tu pareja, probando encontraras
la pose más adecuada y poco a poco descubrirás como provocar una interacción
altamente sensual, provocadora e intensa.
Y para finalizar…
Es posible que después de leer todo esto estés deseando probar el bondage con tu pareja, tan sólo recuerda hacerlo en un ambiente seguro y consensuado. En gran parte, el BDSM es un juego mental, y hay ciertos objetos que por su tacto o simbología nos ayudarán a meternos de lleno en el rol.
por Oogie Boo bdsm, Bondage, kinbaku, restricción,
seguridad, shibari
y Publicado por Lara bdsm, privación, sensorial
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